Huracán Sandy |
Cuando
la elasticidad y la lógica desaparecen.
El paso
del huracán Sandy a sido un evento catastrófico, empezando por las
costas de Cuba y acabando por las del Nordeste Americano. Centenares
de muertos, miles de personas desplazadas sin vivienda, y millones sin electricidad durante días. Pero poniendo aparte el drama que esto ha causado, es
interesante ver el comportamiento humano ante situaciones poco comunes. En
particular, Sandy nos ha dado la oportunidad de ver como la lógica puede ser
tirada a la basura cuando nos dejamos llevar por instintos básicos de
supervivencia.
Empecemos con la elasticidad de precios y cómo ésta desaparece cuando existe la percepción de escasez. Es teoría económica básica que cuando aumenta la demanda (por un huracán, por ejemplo) de un bien con oferta limitada (generadores eléctricos), el precio del mismo se pueda hasta duplicar o triplicar. Si a esto añadimos el costo de oportunidad (se me inunda la casa al no funcionar la bomba de agua, o pierdo toda la carne del restaurante), hasta podemos entender que los precios de los generadores sean demenciales, e incluso haya gente que pague el costo total del mismo por un alquiler de unos días. La pregunta es por qué la gente no hizo la matemática en marzo.
Lo que es digno de entender es la histeria colectiva por conseguir dos
cosas: botellas de agua y pilas. Es verdad que si se va la luz y el agua
un par de días, es necesario tener linternas, radios y Nintendos con baterías frescas, así como un inventario de varios litros de agua que complementen a las
bañeras y cubos llenos en toda la casa. Lo que deja de ser normal son las colas para comprar carritos llenos de agua y cajas de 100 o 200 pilas y diferentes tamaños.
Gente peleando por los lineales del supermercado y conversaciones donde el
trofeo a mostrar por el macho de la manada es cajas de botellas y montañas de
pilas que el pobre vecino no pudo conseguir, y por las que eventualmente
tendrá que agachar cabeza, rendir pleitesía y pedir prestado. ¡Que bello es ver
que nuestro instinto animal sigue vivo y las reglas no cambian! Lo divertido es
cuando pasa la emergencia y no hizo falta sino una decima parte de lo comprado
(y eso que se hizo un esfuerzo acérrimo en consumirlo, idealmente enfrente del
vecino humillado). Yo reconozco haber pecado en el pasado y todavía tengo por
ahí pilas de tres emergencia atrás (una nevada, creo) y un galón de jugo de
edelberry (¿?) que nadie se ha atrevido a beber y probablemente tenga vida
propia entre los estantes del garaje.
Moraleja:
el miedo a la escasez es algo subconsciente y no lógico que hace que nuestros
instintos más primarios y animales afloren sin que podamos evitarlo. A la hora
de diseñar ofertas de precio, lanzamientos de producto, estrategias de
innovación, es inteligente pensar como crear un clima de escasez que nos
permita maximizar márgenes y ventas. Esto es algo que las compañías de relojes
de lujo como Panerai saben hacer de maravilla. No es fácil; el truco es como
integrarlo de una forma creíble en nuestro plan de marketing. Mientras tanto,
si alguien necesita pilas, que me deje saber, que se las dejo baratas…
¡Hasta
la próxima!
Con más de 20 años de trayectoria profesional,
Hernando Ruiz-Jiménez
combina una amplia experiencia corporativa en compañías como PepsiCo, Diageo y Leo Burnett,
exitosas aventuras empresariales como Wireless Idea, y estudios en las prestigiosas escuelas de
negocios de Villanova y Stanford University, para traernos una
visión fresca y distinta de los temas de interés y actualidad en el mundo del
marketing.
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